laugardagur, október 15, 2016

El corazón en el Corazón

Entiendo un poco:
Si hago lo que Dios me pide, es decir, actuo un corazón y espíritu misericordioso, voy a poder sentir algo más... no. Voy a EXPERIMENTAR algo más que la simple satisfacción o alegría de haber hecho algo bien. No es satisfacción, es algo mil veces más fuerte que eso:  Es amar como Él ama, ver como Él ve, dar como Él da… y como nosotros mostramos un poco o recreamos un poco de lo que es su persona, podemos experimentar a ÉL MISMO, nuestra naturaleza dentro de Él y con Él. Podemos regresar a nuestro origen que es la Eternidad con Él. El Paraíso, el Jardín de la intimidad con Él, nuestra vida en su presencia desde antes de que naciéramos en éste mundo.

Yo amo y doy y espero y persono y aconsejo y cuido y protejo... a todos. Al que sea. Y como resultado, estoy abriendo un poco de ese Dios aquí. Estoy dando un poco de esa vida, de esa eternidad aquí en la tierra. Estoy manifestando en mi persona un esbozo del amor eterno, perfecto y completo. De Dios Papito.

En ése momento de misericordia, yo misma experimento su misericordia. Yo soy UNO con Él. Yo estoy en ese mismo momento en el cielo con Él. Es un esbozo, así que por eso lo llegamos a sentir como una simple satisfacción que no sabemos de dónde viene y por qué. No entendemos ése “sentimiento”.



Por eso nos pide que actuemos su voluntad. Para que estemos más fuertemente con él y lo experimentemos. Por eso no es lo mismo misericordia que altruismo. Por eso el altruismo en sí no tiene un efecto tan completo: con el altruismo ayudas mortal y materialmente a una persona. Con la misericordia construyes ése Reino en Tu alma y en la de las personas.